¿Qué entendemos por soledad?. Seguro que daríamos mil definiciones según se lo preguntáramos a unos o a otros, si bien siempre llegaríamos a un vértice de unión. Ese momento en el que uno se encuentra sin nadie más, no hay otra persona que te acompañe y te diga ¿qué tal?, ¿Cómo lo llevas?. A esta definición creo que llegaríamos todos. Pero qué sucede si la soledad existe estando rodeados de la mayor de las muchedumbres. Este lugar es el que encuentro en estas ciudades que paso a paso han llegado a deshumanizarnos en tal medida que nos molesta hasta el más mínimo roce con otro de los nuestros. Paseamos como envueltos en una espesa burbuja que nos separa del resto, no conocemos ni siquiera a nuestros vecinos más cercanos, no sabemos nada de sus vidas y mucho menos de sus gustos o de sus inquietudes. En la mayoría de los casos resulta difícil obtener un “buenos días”. Parece que todos ocultásemos el mayor de los tesoros y no quisiéramos que nadie nos lo arrebatara. Comenzamos a sentirnos más a gusto cuando nos relacionamos con máquinas ya que ellas no tenemos que ponerles buena cara. Cuadriculamos no solo nuestros movimientos sino también nuestros hábitos y poco a poco con ello hasta nuestras vidas.

Llegados a este punto, el cual espero por nuestro bien que sea con retorno, pretendo mostrar este sentir mediante imágenes. Las imágenes que siempre han sido mi más personal medio de comunicación. Quiero que veamos juntos una visión diferente de lugares conocidos de la ciudad. Pero quiero que los veamos tal y como yo los veo cuando paseo por ellos. Son lugares sin personas, sin casi nada que se mueva, lugares silenciosos que invitan a mirar con detenimiento y con ello a mirar dentro de uno mismo.  Lugares que no tienen personas porque las personas no quieren que las veamos, no quieren mostrarse tal y como son, no quieren que conozcamos nada de ellas. Son personas que navegan cada una en su propia historia, no desean que esta historia sea común a todos y de esta manera no se pierda con el paso del tiempo.